EL PERFIL PSICOLÓGICO DE MATEO

El evangelio de Mateo presenta dos relatos convergentes, en los dos primeros capítulos, con relación a la "natividad" o nacimiento de Jesús. El primero tiene un sentido histórico, basado en la genealogía, en tanto, el segundo, tiene un carácter geográfico, basado en la narración del viaje de los reyes de Oriente. Ambos relatos son un tránsito, uno en el tiempo y el otro en el espacio, que apuntan y culminan en el nacimiento. La navidad para Mateo parecería ser un evento único, donde las coordenadas de espacio y tiempo confluyen, luego de superar peripecias e incertidumbres, para alcanzar y consumar el suceso más relevante de la historia, el nacimiento del hijo de Dios.

El primer capítulo del evangelio de Mateo es una notable arquitectura del tiempo. Comienza con Abraham, el padre del pueblo de Israel, inicio de la historia sagrada. A partir de él se van sucediendo las generaciones, describiéndolas en forma concisa, muchas veces con la breve enunciación del padre y el hijo: "Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá". Así van sucediéndose las generaciones con escasos comentarios. En síntesis, de Abraham al rey David, transcurrieron 14 generaciones, dos veces siete, una tercera parte de la historia. Luego siguen otras catorce generaciones, hasta la deportación del pueblo de Israel a Babilonia. Finalmente continúa la tercera parte del tiempo, con otras catorce generaciones, hasta llegar a Jesucristo. En el hijo de José y María concluye la generación número 42, 7 generaciones repetidas 6 veces. Es cuando se cierra el ciclo. A partir de Jesús se iniciaría la séptima generación de generaciones, cuando se llegaría a la perfección de la perfección.

Sabemos que el siete es el número perfecto, siete veces siete es la perfección plena, la consumación de la excelencia de la perfección. Esa generación de la excelencia empezaría con los descendientes de Jesucristo, una generación que no sería a través de la gestación humana, sino de la gestación espiritual, ya que Jesús sería un nuevo padre, como Abraham, pero no de la carne, sino del espíritu, pues los descendientes de Jesús son los hijos de Dios. "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Jn.1:12). A partir de Jesús, ya no importa la sucesión genealógica, la pertenencia carnal, sino la pertenencia espiritual. Jesús mismo dijo en una ocasión: "y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras" (Mat.3:9). Así, pues, en Jesús concluye la historia de la descendencia humana, para iniciar una nueva dispensación basada en el espíritu, la séptima generación de las generaciones, la constituye la iglesia, la congregación de los hijos de Dios.

En conclusión, de acuerdo al primer capítulo de Mateo, la navidad es el fin de la historia y el nacimiento de un nuevo orden, donde el pasado del antiguo testamento concluye para dar lugar a la nueva realidad de vida, basada en Jesucristo. Es un hito que parte la historia en dos partes, un antes y un después, fin y principio, el gozne que cierra la puerta de la historia del pueblo de Abraham e Israel, para abrir la puerta del cristianismo, el imperio de Emanuel, "Dios con nosotros" (Mat.1:23) o la hegemonía de Jesús, quien "salvará al pueblo de su pecado" (Mat.1:21).

El capítulo 2 presenta la narración del viaje de los sabios de Oriente, un relato pintoresco e impactante, que ha quedado para siempre fijado como la quintaesencia de la Navidad, en todo el mundo cristiano. ¿Cuál es su significado? ¿Qué enseña? ¿Cuáles son las relaciones con el relato del capítulo uno? 

Es una descripción breve, que permite leer entre líneas los detalles implícitos. Los "magos" eran sabios, estudiosos de los astros y de los escritos. La tradición dice que eran reyes. "Eran de alta alcurnia, educados, ricos e influyentes. Eran los filósofos, los consejeros del reino, instruidos en toda la sabiduría del antiguo Cercano Oriente. Los "magos" que vinieron a buscar al niño Jesús no eran idólatras, y se caracterizaban por ser personas rectas e íntegras" (5CBA, ). Al descubrir una nueva estrella en el firmamento, investigaron en los rollos descubriendo las profecías sobre el Mesías. Elena de White menciona que "en sueños recibieron la indicación de ir en busca del Príncipe recién nacido" (DTG 42). No se sabe con exactitud de que parte del Oriente provenían, el CBA sugiere que podrían haber viajado unos 650 kilómetros. Considerando que llevaban tesoros y que eran personas encumbradas, deberían haber venido con una importante custodia, lo que habría denotado una expedición numerosa. Ese dato explicaría porque causó tanta conmoción en Jerusalén la aparición de estos exóticos personajes.

Los sabios de Jerusalén conocían las profecías bíblicas a la perfección y dijeron con exactitud donde nacería el Mesías. Pero esos sabios eran burócratas al servicio del poder. No manifestaron ningún interés en Jesús, a diferencia de los sabios de oriente, que no pertenecían al pueblo de Dios, pero reconocieron la importancia del nacimiento del Mesías. Como dijo Juan: "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron" (Jn.1:11). El relato de los magos parece encerrar una fuerte ironía, quienes deberían haber alertado y enseñado las profecías al pueblo, no lo hicieron y fueron otros, de lejanas latitudes los encargados de anunciar el nacimiento de Jesús.

Hay varios paralelismos interesantes entre los dos relatos de la navidad de Mateo. Uno es el tema de la incertidumbre y la acción de movimientos opositores. En el primer capítulo la narración de las genealogías presenta momentos donde se interrumpe la monótona sucesión de "fulano engendró a sultano" como si se dudara la continuidad del proceso (ej., "Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom"), hasta recuperar la línea legítima de la herencia. Pero la incertidumbre mayor es la decisión de José de no casarse con María, pensando que había adulterado. La intervención providencial de un ángel explica la concepción espiritual de María para finalmente llegar al cumplimiento del feliz nacimiento. En el relato de los magos, también ocurre, que próximo al desenlace final, al llegar a Jerusalén, aparecen las fuerzas opositoras procurando impedir alcanzar al pesebre. Los magos llegaron a Jerusalén con la expectativa de que todos estarían conociendo y celebrando el nacimiento del niño rey, sufriendo una cruel decepción al observar que la gente desconocía el magno acontecimiento e incluso Herodes, astutamente quiso engañarlos. Ese momento de desconcierto fue superado con la aparición providencial de la estrella luminosa de los ángeles que los guiaron hasta Belén, alcanzando el deseado destino con toda felicidad, adorando al niño rey.

Es evidente el paralelismo entre los dos relatos de Mateo, ya que ambos constituyen recorridos, el primero una larga travesía en el tiempo, en tanto, el segundo una extensa marcha por la geografía del oriente, ambos con el común objetivo de alcanzar el nacimiento de Jesús. Las trayectorias de ambos periplos tuvieron dificultades, pero finalmente consumar el fin deseado, alcanzar al redentor del mundo en el inicio del proyecto más importante de Dios, el plan de la redención del mundo.

Para Mateo la Navidad es el hito más significativo de la historia, el pleno cumplimiento de las profecías milenarios que fueron encadenándose prodigiosamente para alcanzar ese momento puntual y pletórico cuando se quebró la historia, finalizando el pasado e iniciándose el futuro glorioso de la redención.

                                      LA NAVIDAD SEGÚN EL EVANGELIO DE MATEO

"Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra." Mateo 2:11

El evangelio de Mateo presenta dos relatos convergentes, en los dos primeros capítulos, con relación a la "natividad" o nacimiento de Jesús. El primero tiene un sentido histórico, basado en la genealogía, en tanto, el segundo, tiene un carácter geográfico, basado en la narración del viaje de los reyes de Oriente. Ambos relatos son un tránsito, uno en el tiempo y el otro en el espacio, que apuntan y culminan en el nacimiento. La navidad para Mateo parecería ser un evento único, donde las coordenadas de espacio y tiempo confluyen, luego de superar peripecias e incertidumbres, para alcanzar y consumar el suceso más relevante de la historia, el nacimiento del hijo de Dios.
El primer capítulo del evangelio de Mateo es una notable arquitectura del tiempo. Comienza con Abraham, el padre del pueblo de Israel, inicio de la historia sagrada. A partir de él se van sucediendo las generaciones, describiéndolas en forma concisa, muchas veces con la breve enunciación del padre y el hijo: "Abraham engendró a Isaac, Isaac a Jacob, y Jacob a Judá". Así van sucediéndose las generaciones con escasos comentarios. En síntesis, de Abraham al rey David, transcurrieron 14 generaciones, dos veces siete, una tercera parte de la historia. Luego siguen otras catorce generaciones, hasta la deportación del pueblo de Israel a Babilonia. Finalmente continúa la tercera parte del tiempo, con otras catorce generaciones, hasta llegar a Jesucristo. En el hijo de José y María concluye la generación número 42, 7 generaciones repetidas 6 veces. Es cuando se cierra el ciclo. A partir de Jesús se iniciaría la séptima generación de generaciones, cuando se llegaría a la perfección de la perfección. 
Sabemos que el siete es el número perfecto, siete veces siete es la perfección plena, la consumación de la excelencia de la perfección. Esa generación de la excelencia empezaría con los descendientes de Jesucristo, una generación que no sería a través de la gestación humana, sino de la gestación espiritual, ya que Jesús sería un nuevo padre, como Abraham, pero no de la carne, sino del espíritu, pues los descendientes de Jesús son los hijos de Dios. "Más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios" (Jn.1:12). A partir de Jesús, ya no importa la sucesión genealógica, la pertenencia carnal, sino la pertenencia espiritual. Jesús mismo dijo en una ocasión: "y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras" (Mat.3:9). Así, pues, en Jesús concluye la historia de la descendencia humana, para iniciar una nueva dispensación basada en el espíritu, la séptima generación de las generaciones, la constituye la iglesia, la congregación de los hijos de Dios. 
En conclusión, de acuerdo al primer capítulo de Mateo, la navidad es el fin de la historia y el nacimiento de un nuevo orden, donde el pasado del antiguo testamento concluye para dar lugar a la nueva realidad de vida, basada en Jesucristo. Es un hito que parte la historia en dos partes, un antes y un después, fin y principio, el gozne que cierra la puerta de la historia del pueblo de Abraham e Israel, para abrir la puerta del cristianismo, el imperio de Emanuel, "Dios con nosotros" (Mat.1:23) o la hegemonía de Jesús, quien "salvará al pueblo de su pecado" (Mat.1:21). 
El capítulo 2 presenta la narración del viaje de los sabios de Oriente, un relato pintoresco e impactante, que ha quedado para siempre fijado como la quintaesencia de la Navidad, en todo el mundo cristiano. ¿Cuál es su significado? ¿Qué enseña? ¿Cuáles son las relaciones con el relato del capítulo uno? 
Es una descripción breve, que permite leer entre líneas los detalles implícitos. Los "magos" eran sabios, estudiosos de los astros y de los escritos. La tradición dice que eran reyes. "Eran de alta alcurnia, educados, ricos e influyentes. Eran los filósofos, los consejeros del reino, instruidos en toda la sabiduría del antiguo Cercano Oriente. Los "magos" que vinieron a buscar al niño Jesús no eran idólatras, y se caracterizaban por ser personas rectas e íntegras" (5CBA, ). Al descubrir una nueva estrella en el firmamento, investigaron en los rollos descubriendo las profecías sobre el Mesías. Elena de White menciona que "en sueños recibieron la indicación de ir en busca del Príncipe recién nacido" (DTG 42). No se sabe con exactitud de que parte del Oriente provenían, el CBA sugiere que podrían haber viajado unos 650 kilómetros. Considerando que llevaban tesoros y que eran personas encumbradas, deberían haber venido con una importante custodia, lo que habría denotado una expedición numerosa. Ese dato explicaría porque causó tanta conmoción en Jerusalén la aparición de estos exóticos personajes. 
Los sabios de Jerusalén conocían las profecías bíblicas a la perfección y dijeron con exactitud donde nacería el Mesías. Pero esos sabios eran burócratas al servicio del poder. No manifestaron ningún interés en Jesús, a diferencia de los sabios de oriente, que no pertenecían al pueblo de Dios, pero reconocieron la importancia del nacimiento del Mesías. Como dijo Juan: "A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron" (Jn.1:11). El relato de los magos parece encerrar una fuerte ironía, quienes deberían haber alertado y enseñado las profecías al pueblo, no lo hicieron y fueron otros, de lejanas latitudes los encargados de anunciar el nacimiento de Jesús.
Hay varios paralelismos interesantes entre los dos relatos de la navidad de Mateo. Uno es el tema de la incertidumbre y la acción de movimientos opositores. En el primer capítulo la narración de las genealogías presenta momentos donde se interrumpe la monótona sucesión de "fulano engendró a sultano" como si se dudara la continuidad del proceso (ej., "Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara, Fares a Esrom"), hasta recuperar la línea legítima de la herencia. Pero la incertidumbre mayor es la decisión de José de no casarse con María, pensando que había adulterado. La intervención providencial de un ángel explica la concepción espiritual de María para finalmente llegar al cumplimiento del feliz nacimiento. En el relato de los magos, también ocurre, que próximo al desenlace final, al llegar a Jerusalén, aparecen las fuerzas opositoras procurando impedir alcanzar al pesebre. Los magos llegaron a Jerusalén con la expectativa de que todos estarían conociendo y celebrando el nacimiento del niño rey, sufriendo una cruel decepción al observar que la gente desconocía el magno acontecimiento e incluso Herodes, astutamente quiso engañarlos. Ese momento de desconcierto fue superado con la aparición providencial de la estrella luminosa de los ángeles que los guiaron hasta Belén, alcanzando el deseado destino con toda felicidad, adorando al niño rey. 
Es evidente el paralelismo entre los dos relatos de Mateo, ya que ambos constituyen recorridos, el primero una larga travesía en el tiempo, en tanto, el segundo una extensa marcha por la geografía del oriente, ambos con el común objetivo de alcanzar el nacimiento de Jesús. Las trayectorias de ambos periplos tuvieron dificultades, pero finalmente consumar el fin deseado, alcanzar al redentor del mundo en el inicio del proyecto más importante de Dios, el plan de la redención del mundo. 
Para Mateo la Navidad es el hito más significativo de la historia, el pleno cumplimiento de las profecías milenarios que fueron encadenándose prodigiosamente para alcanzar ese momento puntual y pletórico cuando se quebró la historia, finalizando el pasado e iniciándose el futuro glorioso de la redención.

LA NAVIDAD SEGUN EL EVANGELIO DE JUAN UN MENSAJE, EXCLUSIVO Y PERSONAL

" Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad." Juan 1:14

En los evangelios hay varias versiones de la navidad o la "natividad" (derivada del latín nativitas, nativitatis, ‘nacimiento’) de Jesucristo. Con excepción del evangelio de Marcos, que omite los sucesos del nacimiento, iniciando la historia de Jesús con su ministerio, los demás evangelistas se refieren a ese evento trascendente del natalicio. Mateo relata la historia de los reyes del oriente, que guiados por una estrella, transitan con sus camellos una extensa geografía hasta finalmente llegar al pesebre y entregar sus tesoros a los padres, celebrando el nacimiento del niño rey. Por su parte, el evangelio de Lucas describe las escenas impactantes del anuncio del nacimiento realizado con un coro de ángeles, que iluminó la noche con un cántico celestial único en la historia, donde los pastores cuidaban sus ovejas. Estos humildes y devotos hombres, conmovidos por ese evento esplendoroso, corren hasta el establo donde el niño yacía para entregarles el tributo jubiloso de su adoración. 
A diferencia, el evangelio de Juan, no tiene reyes con camellos, no aparecen los pastores, ni ángeles cantando, ni se refiere al establo, el pesebre con el niño y sus padres ni, por supuesto, tampoco trata del célebre arbolito luminoso con regalos que pertenecen a la tradición cristiana posterior a los hechos narrados por los evangelios. Entonces, ¿qué dice Juan del nacimiento de Jesucristo? Es un relato no tan pintoresco sobre la descripción de los hechos, sino trascendente, que supera el espacio y el tiempo para dar una visión macro cósmica del significado de la navidad. No apela a la vista sino al pensamiento, dando una visión que supera la historia puntual para abarcar toda la plenitud de la humanidad y de la gracia infinita de Dios. Es como si Mateo y Lucas narraran los hechos allí donde y cuando sucedieron, pero Juan es cómo si observara el nacimiento desde el espacio, abarcando toda la tierra a lo largo de toda la historia. Sin embargo, a pesar de estas diferencias el relato de Juan es tan glorioso, luminoso y esplendoroso como los otros evangelios, sino mayor.
Juan comienza estableciendo un dato clave: "En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios". Asocia el nacimiento de Jesús con la creación del mundo. En el principio de la historia terrestre la palabra de Dios alcanzó este planeta perdido en la infinitud del universo, caótico y vacío, para iniciar el proceso de formar la vida, natural, animal y humana. Fue la palabra de Dios quien hizo el portento de construir este mundo ("Dios dijo y existió") pero ahora, dice Juan, en ocasión de la navidad, no es sólo la palabra, es Dios mismo en persona, en carne propia, quien aparece para generar un nuevo origen. Se trata, pues, de un nuevo génesis, el primero trajo la vida, el segundo la regeneración, o la redención. El primer Génesis fue geológico y biológico, el segundo humano y personal. 
"Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella". 
En el principio, la luz de la Palabra de Dios llegó a este mundo en tinieblas para alumbrar la vida, llenando la tierra de colores y movimiento, creando un lugar paradisiaco, el Jardín del Edén. Le entrada del mal oscureció gran parte de las maravillas iniciales, sin embargo, todavía somos capaces de percibir parte de las bellezas de los orígenes. Pero en la Navidad, llegó una nueva luz que ilumina a cada persona, en forma individual, para llenar de vida el vacío interior y expulsar las tinieblas del alma. La luz del Génesis abarcó toda la tierra, fue universal, la luz de la Navidad alcanza a cada ser humano, es particular. 
"Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por él fue hecho; pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios."
La versión de la Navidad según Juan coincide con Mateo y Lucas en relación al rechazo. Jesús no fue bien recibido por la gente de su tiempo. El rey Herodes "se sobresaltó y con él toda Jerusalén" (Mat.2:3) cuando supo del nacimiento de Jesús, conspirando para matarlo. Nadie les dio hospedaje en Belén a José y María, a pesar del avanzado estado de gravidez. María tuvo que envolver a Jesús "en pañales" y acostarlo "en un pesebre porque no tenían sitio en el alojamiento" (Luc.2:7). Solo fue bien recibido por los magos del Oriente y los pastores. Lo que en el Génesis fue un privilegio para toda la humanidad gozar de las glorias de la creación, ahora en la Navidad es solo privilegio de quienes lo "reciben" gozar las glorias de la nueva vida, ser constituidos hijos de Dios, engendrados por la voluntad divina. 
"Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer." 
La Navidad es una experiencia de gracia y verdad. Supera cualquier ley. Constituye un nuevo génesis de vida, de regeneración y redención. Todo esto ocurre en el seno de la vida interior, de quienes reciben y atesoran el mensaje. No sólo ilumina la vida personal con la luz gloriosa de Dios, además, permite adquirir una sensación de plenitud que contiene vislumbres de una visión única del conocimiento de Dios, que abre las puertas de la eternidad.

LA ESPERANZA COMO OPORTUNIDAD

Corrige a tu hijo mientras aún hay esperanza;

 no te hagas cómplice de su muerte. Proverbios 19:18 (NVI)

Unos padres muy angustiados vinieron a consultarme porque no sabían qué hacer con su hijo adolescente. El muchacho trasnochaba continuamente, se emborrachaba frecuentemente y había empezado a transitar por el camino escabroso y peligroso de las drogas. “Le hemos dado todo” -se quejaba el padre desconsolado- “y así nos paga”. La madre lloraba en un estado de total impotencia. Reconocieron que fueron muy permisivos con el hijo y todavía le daban dinero para gastar en sus francachelas y vicios. Estos padres desconocían lo que el sabio Salomón había aconsejado y aún estaban siendo “cómplices” de las conductas hijo, que probablemente, si seguía así, lo llevaría irremisiblemente a la muerte.

Aunque desconocía si todavía quedaba un resquicio de esperanza o ya habría acabado el tiempo de la oportunidad, igualmente les propuse a esos padres que fueran firmes y finalmente procurarán corregir al hijo. Concretamente les sugerí algunas medidas para intentar cambiar el rumbo trágico del destino del hijo. La primera disposición fue abandonar el rol de “cómplices”, dejar de financiarle el plan suicida que estaba llevando a cabo, no proveerle dinero y quitarle el vehículo nuevo que le habían regalado. Ser más estrictos en el cumplimiento de las normas que debería cumplir en la casa, establecerle horarios de llegada (si no llegaba antes de las 12, a más tardar a la 1, dormiría afuera). Se acabaría la música estridente y en la casa no se fumará más, no se consumirá más alcohol ni drogas. Lo que hiciera afuera sería de su incumbencia, pero el hogar sería zona libre de humo y drogas.

No sé si esos padres tuvieron el coraje y la perseverancia para imponer y sostener esas medidas y también dudo si ya no era demasiado tarde. Tengo mis temores al respecto. Aunque Salomón aquí no se refiere a la niñez, como el texto de Proverbios 22:6 (“Instruye al niño en el camino correcto y aún en su vejez no lo abandonará”; NVI), es evidente que es la infancia la edad propicia para corregir al hijo. De todos modos, el mensaje es claro. Podríamos traducirlo en los siguientes términos:

¡No te hagas cómplice de los males ajenos y de los tuyos propios, especialmente de aquellos de tu hijo! Cambia mientras haya posibilidades. ¡No cierres la puerta a la esperanza! ¡No seas negligente! Vive este día en armonía con la voluntad de Dios. ¡No transijas con el mal! Siembra con esfuerzo la semilla del bien y el futuro te devolverá una cosecha generosa y feliz.

EL PERDÓN A SÍ MISMO

Escribió Jorge L. Borges: “Felices los que perdonan a los otros y se perdona a sí mismo”. Esas palabras me hacen acordar la historia impactante de un señor que llamaré Pedro. Recuerdo muy bien aquella tarde, cuando entre al consultorio y encontré a Pedro sentado con la cabeza escondida entre las manos, mirando hacia el suelo, en un estado de profundo aplastamiento y devastación anímica. Era la figura de la desesperación. Al saludarlo, levantó lentamente el rostro, para observarme en silencio, con su mirada apagada y distante. Sus familiares lo habían internado y regresado al hogar, en el norte del país. Me informaron, que don Pedro (57 años, casado, varios hijos) estaba muy deprimido, desde hacía seis meses, con fuertes sentimientos de culpa y varios intentos suicidas. 
Lo anime a contar su historia. Con desgano relató lo que llevó a la depresión y a intentar matarse. Seis meses atrás conoció una chica. “No sé qué me pasó, pero me enamoré de ella”. Tenía 23 años, la edad de algunos de sus hijos, que oscilaban entre los 14 y 31 años. “Me enloquecí, ¿cómo pude hacer eso?” Tan intensa fue la pasión que le dijo a la esposa que la dejaba por esa chica, destruyendo 32 años de matrimonio. Así, que se fue a vivir con su nuevo amor. 15 días duró su frenesí, luego de lo cual se desvaneció totalmente. Volvió al hogar profundamente arrepentido, pidiendo perdón a la esposa y a los once hijos. 
Era un hombre de creencias católicas muy arraigadas. El hijo mayor era sacerdote y otro estaba en el Seminario estudiando teología. Siempre había llevado una vida muy devota, dedicado a la familia, apreciado y reconocido por todos, como un hombre de conducta intachable. Por eso sorprendió a todos esa conducta insólita de dejar su familia y creencias para entregarse a esa pasión. Al regresar se sintió el hombre más miserable de la tierra, llorando su pecado. Al verlo tan afligido la esposa lo perdonó, también sus hijos (con excepción de la hija menor que mantenía cierto enojo) y el sacerdote lo absolvió de culpa. Sin embargo, eso no fue suficiente, ya que seguía censurándose por el “terrible pecado cometido”. Hacía seis meses que se culpabilizaba, prefiriendo morir antes de vivir con esa vergüenza. 
¿Qué podía decirle? Decidí hacer una intervención basada en sus creencias. Le dije:
― Estimado Pedro, estamos de acuerdo con usted en que cometió un pecado muy grande, indigno de una persona de su trayectoria moral y religiosa. Por lo tanto, aunque ha sido perdonado por su esposa, la mayoría de sus hijos y la Iglesia, es correcto que usted no se perdone a sí mismo y se haya puesto en penitencia durante todo este tiempo, censurándose y culpabilizándose. Un pecado grave necesita una penitencia importante. 
Pedro escuchó con interés, asintiendo con la cabeza. Como todos le decían que no se culpabilizara, le pareció bien que le digamos que estabamos de acuerdo con él. Cuando captamos su interés, le dijimos: 
― Ahora, Pedro, lo que desearía saber es: ¿hasta cuándo va a mantener la penitencia? Usted estuvo 15 días viviendo en pecado, para lo cual se aplicó una penitencia de seis meses. ¿Eso es suficiente? ¿Necesita más tiempo para seguir castigándose? Si así fuera, ¿cuánto tiempo más? ¿Seis meses de penitencia es suficiente para pagar un pecado de 15 días? Si no lo es, ¿cuánto faltaría para perdonarse y quedar absuelto?
Pedro reflexionó. Captó la idea. Después de un momento, dijo ante nuestro asombro. 
― Me parece bien los seis meses. Creo que es suficiente. Ya debo terminar con la culpa y perdonarme. 
― ¿Está seguro Pedro? ¿No cree que debería pensarlo un poco más? No es necesario que nos responda ya. Va a estar unos días internados que pueden ser oportunos para pensar el asunto. 
― No, creo que es suficiente ―reafirmó con seguridad, cambiando su expresión facial por un gesto positivo.
Salió de la consulta transformado, realizando las actividades con los otros pacientes. Estábamos sorprendidos por el cambio súbito. Tan depresivo y angustiado unos minutos atrás y ahora lo veíamos jugando como un niño al críquet. Durante la semana de internación su estado de ánimo fue óptimo. Le dimos el alta, con una serie de indicaciones para evitar la recaída, pidiendo que regresara al mes para un control. Nunca regresó. Poco más de un año recibimos la llamada de uno de sus hijos pidiendo un resumen de la historia clínica. Nos informó que el día anterior el padre se había suicidado. 
Fue una noticia dura. ¿Qué pudo haber pasado? No lo sabemos. Cuando estuvo con nosotros se había perdonado y había recuperado el bienestar. Probablemente, con el tiempo, la culpa resurgió, no regresó para que pudiéramos reforzar el perdón, la depresión reapareció y las ideas suicidas finalmente acabaron con su vida. La conclusión es que el perdonarse a sí mismo es una condición indispensable para poder sostener la alegría de vivir.

LA ESPERANZA DEL ARREPENTIMIENTO

“Entonces respondió Secanías hijo de Jehiel, de los hijos de Elam, y dijo a Esdras: Nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra; mas a pesar de esto, aún hay esperanza para Israel. Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios; y hágase conforme a la ley.” Esdras 10:2-3

El arrepentimiento produce un cambio de vida y el cambio abre la puerta de la esperanza; posibilita recuperar el favor de Dios y transformar la esencia de la personalidad, gestándose el “nuevo hombre” (Ef.4:24), una “nueva criatura” (2 Cor.5:17). Cuando un alcohólico decide dejar de tomar entonces se recupera la esperanza. Igual ocurre con el drogadicto que se propone abandonar el consumo. El esposo indiferente o infiel a partir de su decisión de cambiar se posibilita la recuperación de la armonía conyugal y la unidad familiar. El arrepentimiento sincero es el reconocimiento del mal cometido, acompañado de la firme convicción de abandonar el pecado y realizar un cambio sustancial del comportamiento. En Psicología sistémica se distingue dos tipos de cambios: el cambio 1 y el cambio 2. El primero es un cambio de ciertos aspectos pero no de la esencia del problema, en tanto, el cambio 2 es una transformación estructural, donde todo cambia. Es el caso del alcohólico que acosado por los malestares físicos hace un tratamiento para mejorar su organismo, pero no abandona la bebida, continúa tomando, lo que significa que no cambió lo más importante. Lo que queremos decir es que el auténtico arrepentimiento es un cambio 2, una transformación de la personalidad. 
En los tiempos de Esdras, el pueblo de Dios se había corrompido apartándose de las enseñanzas divinas. La influencia de los males de los pueblos vecinos se habían introducido ya que se habían casado con mujeres de esos pueblos, llevando al corazón de los hogares enseñanzas extrañas. Fue necesario un profundo arrepentimiento, donde todo el pueblo entendió su mal, haciendo confesión, “llorando y postrándose delante de la casa de Dios”. La narración histórica es muy expresiva, insistiendo que “lloraba el pueblo amargamente”. Pero no fue solo un espectáculo emocional, tomaron la decisión de expulsar las mujeres que los habían inducido al pecado. Fue entonces que emergió la “esperanza de Israel”. 
El texto no es solo importante por lo que enseña del pasado sino por lo que interpela en el presente. Propone un desafío muy grande, analizar nuestras propias vidas para descubrir si hay prácticas no aprobadas por Dios que se han introducido imperceptiblemente y están impidiendo recibir las bendiciones de Dios. Para recuperar la esperanza de la salvación es necesario realizar esos cambios profundos que elimine de nuestras vidas el mal arraigado. Que el Señor nos ayude a tomar conciencia y realizar la experiencia del arrepentimiento profundo para que el cambio se produzca y podamos vivir en esperanza.

CELEBRAR LO POSITIVO DE LOS ALUMNOS MEJORA EL COMPORTAMIENTO EN EL AULA Y LA SALUD MENTAL

MADRID (EUROPA PRESS)
Los profesores que celebran los aspectos positivos de sus alumnos consiguen mejorar el comportamiento en el aula y la salud mental de los menores, según ha puesto de manifiesto un estudio llevado a cabo por científicos de la Facultad de Medicina de la Universidad de Exeter (Reino Unido)y que ha sido publicado en el 'Psychological Medicine'.

Los expertos analizaron el éxito de un programa de capacitación llamado 'Incredible Years Teacher Classroom Management Program', cuyos principios básicos incluyen la construcción de una fuerte relación social entre maestros y niños, e ignorar el mal comportamiento de bajo nivel que a menudo interrumpe las aulas.

Asimismo, se alienta a los profesores a que se centren en la construcción de relaciones, la motivación apropiada para la edad, el manejo proactivo de conductas no deseadas y el reconocimiento del buen comportamiento.

"Nuestros hallazgos sugieren que este entrenamiento mejora la salud mental de todos los niños, pero es particularmente emocionante ver el mayor beneficio en los niños que inicialmente tenían dificultades. Estos efectos podrían ser mayores si la capacitación se ofrece a todos los maestros y asistentes de enseñanza", han dicho los investigadores.

Los resultados del proyecto se midieron a través de una combinación de cuestionarios completados por maestros, padres e hijos para completar ellos mismos. Los investigadores también consideraron el logro académico y el uso de servicios sociales. En este sentido, además de las mejoras en la salud mental, el comportamiento y la concentración, a los docentes les gustó la capacitación y la consideraron útil.

Hay algunos comportamientos que no puede ignorar, pero la atención se centra en celebrar a los niños que exhiben el comportamiento que desea como, por ejemplo, los que están escuchando en silencio.

LA MEJOR MANERA DE VIVIR

Hace varios años atrás estuve tratando una paciente drogadicta en ocasión de su internación. Era una joven atractiva y había llevado una vida lujuriosa. Estaba esperando los resultados del análisis del HIV. Entonces, me confesó: “Si tengo SIDA vendo todo lo que tengo y me voy a una isla del Caribe a fumar porros”. Así entendía el gozar de la vida. Una conocida, tuvo cáncer, entonces, pensó: “¿Para qué estoy ahorrando si me puedo morir en cualquier momento?” Decidió gastar su dinero viajando por todo el mundo. Hay quienes se lamentan demasiado tarde por no haber aprovechado su vida, como decía aquella vieja canción de Julio Iglesias, titulada: “Me olvidé de vivir”. Su voz melodiosa y romántica describía las razones que llevaron al protagonista a esa dolorosa conclusión: “De tanto correr por la vida sin freno / Me olvidé que la vida se vive un momento / De tanto querer ser en todo el primero / Me olvidé de vivir los detalles pequeños. // De tanto jugar con los sentimientos / Viviendo de aplausos envueltos en sueños / De tanto gritar mis canciones al viento / Ya no soy como ayer, ya no sé lo que siento.” 
A Jorge Luis Borges se le atribuye una conocida poesía, que dice: “Si pudiera vivir, / nuevamente mi vida. / En la próxima trataría / de cometer más errores. / No intentaría ser tan perfecto / me relajaría más. / Sería más tonto de lo que he sido / de hecho tomaría muy pocas cosas con seriedad. / Sería menos higiénico. / Correría más riesgos, contemplaría más amaneceres. / Subiría mas montañas, nadaría mas ríos. / Iría a más lugares donde nunca he ido. / Comería más helados y menos habas.” Termina diciendo: “Pero ya ven, tengo 85 años... / y sé que me estoy muriendo.”
Personalmente, como ya superé los 70 años, me parece que es hora de pensar cuál es la mejor manera de vivir (ja,ja). La opinión de mi paciente temerosa de haber contraído SIDA, como la amiga con cáncer, consideraban que lo mejor era gozar la vida, buscando placeres o gratificaciones. El caso de Julio Iglesias parece haber gozado de todos los placeres y descubierto demasiado tarde que fue un error. La poesía de Borges, dice que hizo todas las cosas bien, fue demasiado perfecto, sintiéndose frustrado de haber sido tan bueno y fantasea con ser más transgresor y osado. Entonces, ¿cuál es la mejor manera de vivir? El Salmo 90, que es uno de los más bonitos, hace un síntesis de la mejor filosofía de vida, cuando declara: "Enséñanos a contar bien nuestros días, para que nuestra mente alcance sabiduría." Entiende que lo supremo es ser cada día más sabio. Un día, un amigo psicólogo, argentino, me dijo: "Mira, tienes dos opciones: o te conviertes en un viejo choto o en viejo sabio. Elije". En Argentina, "choto" significa "ruin", "desagradable". Me convenció que era mejor ser sabio. Sin embargo, el autor del Salmo 90 ora a Dios porque no es tan fácil. La esencia del arte de vivir se describe al final, cuando le pide a Dios: “De mañana sácianos de tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días. Alégranos conforme a los días que nos afligiste..., Aparezca en tus siervos tu obra, y tu gloria sobre sus hijos. Sea la luz de Jehová nuestro Dios sobre nosotros, y la obra de nuestras manos confirma sobre nosotros; Sí, la obra de nuestras manos confirma.” En síntesis, la vida se vivencia con plenitud y gozo en la medida en que Dios nos ilumine y colme de misericordia, alegría y bendiga nuestro quehacer. Esa es la verdadera esencia de lo que significa gozar de la alegría de vivir.

LA IMPACTANTE HISTORIA DE PRI THOMAS

LA IMPACTANTE HISTORIA DE PIRI THOMAS
A los 22 años de edad me envolví en una serie de robos armados con tres otros hombres. al cometer el último robo armado, hubo un tiroteo con la policía. Fui herido por uno de los agentes, y a mi vez lo herí a él. El policía se recuperó; de lo contrario, yo no estaría escribiendo estas líneas, pues hubiera sido ejecutado en la silla eléctrica del presidio de Sing Sing. Mientras me recuperaba en el hospital Bellevue, en el piso de los presos, uno de los tres bandidos, llamado Ángelo, le contó todo al fiscal a cambio de clemencia. Ángelo era como un hermano mío; ambos nos habíamos criado en la misma cuadra de la calle 104. Cuando los policías de la comisaría número 23 lo amenazaron con darle una paliza tal que su propia madre no lo iba a reconocer, Ángelo me delató por mi parte en previos robos cometidos sin armas. Se había quedado callado lo más que pudo, pero al fin se le derramaron las palabras y contó a los policías lo que era y lo que no era. cuando me dieron de baja del hospital Bellevue, me encarcelaron en las tumbas de Manhattan, en Center Street 100, para esperar mi juicio. Supe que todo lo que Ángelo había confesado me lo echaron encima a mí. Nueve meses más tarde, me dieron dos sentencias: una de cinco a diez y otra de cinco a quince años, a labor dura, a cumplirse concurrentemente, primero en Sing Sing y después en Comstock (institución correccional “Great Meadows”). De vez en cuando, a través de los años, me enfurecía con Ángel y su traición que me había dejado con dos órdenes de detención pendientes por robo armado en el Bronx. De noche en mi celda, fantaseaba acerca de las formas en que iba a matar a Ángelo, o por lo menos apalearlo hasta que me implorara que lo mate. En la calle, habíamos sido como hermanos, y yo lo había querido a él como tal. Pero ahora, en la prisión, le tenía odio; lo único que quería era vengarme por lo que me había hecho. en verdad, a través de los años luché contra esos sentimientos asesinos; hasta solía orar para quitarme esos pensamientos violentos de la mente. a veces me olvidaba de Ángelo por largo tiempo, pero cuando menos lo esperaba, el recuerdo de su traición se me brotaba de nuevo por dentro. Al fin me soltaron en 1957, para enfrentar las dos órdenes de detención en el Bronx, por las cuales me podrían haber dado una sentencia de 17 a 35 años. Pero gracias a Dios, por mi buen comportamiento y mis estudios en Comstock, me dieron libertad bajo palabra y con orden de presentarme una vez por semana ante dos oficiales diferentes. De vuelta en la calle, no pude dejar de pensar en lo que pudiera suceder si me encontraba con Ángelo. Nunca fui en busca de él, pues de veras no lo quería encontrar. Yo había empezado a asistir a una pequeña iglesia llamada Rehoboth en la calle 118, utilizándola como un “half-way house” (casa de rehabilitación) para mantenerme libre de la atracción que ejercen esas calles bravas. De vez en cuando pensaba en Ángelo y todavía sentía la rabia dentro de mi corazón. Nunca me topé con él y encontré cosas mejores con que ocuparme: Por ejemplo, continué trabajando en el libro que había comenzado a escribir en la prisión; llegué a conocer a una joven llamada Nelín, que asistía a la misma iglesia, y sentí el gozo de enamorarme y de compartir con ella los mismos sentimientos cálidos. La memoria de Ángel se disminuyó y poco a poco se desvaneció. Un suave atardecer de verano, Nelín y yo salimos a caminar por la avenida tercera, gozosamente comparando los precios de anillos de compromiso y de boda. Al salir de una joyería, encaminados a otra, oí que alguien con voz suave me llamó por mi nombre: “Oye, Pete.” Supe sin la menor duda que era la voz de Ángelo. Di la vuelta y lo miré. Su cara mostraba surcos hondos de tensión, causada tal vez por las muchas veces que tuvo que mirar atrás sobre su hombro. Sentí el rugido de un rencor viejo subirse como bilis desde mis entrañas, pero lo suprimí y con paciencia esperé para oír lo que Ángelo tenía que decir. Nelín me jaló del brazo para llamarme la atención, y con los ojos me preguntó si este hombre era Ángelo del que yo le había contado con tanto coraje. En voz baja dijo: “Por favor, Piri, no te olvides de lo que hablamos.” Consentí con la cabeza y me di vuelta para mirar a Ángelo, que trago saliva, no tanto por miedo sino más bien por el esfuerzo de decir algo que desde hace tanto tiempo necesitaba decir. Habló con la misma voz suave con que había llamado mi nombre: “Pete, he herido a todos los que amo, y eso por cierto te incluye a ti. En el cuartel de policía me empezaron a golpear tanto que no lo pude soportar. ¿Me puedes perdonar por haber choteado, bro?” Me quedé mirándolo. me pregunté cómo podía tener el descaro de llamarme “bro”, hermano, después de haberme delatado; pero a la vez me alegraba de que me llamara “bro” otra vez. “Comprenderé si no lo haces, pero tomé todo este tiempo para encontrar el valor, porque aunque no me perdones, por lo menos tuve que tratar. Así que, por favor, ¿qué me dices, Pete?” Seguí mirándolo, y sólo le respondí cuando Nelín me apretó la mano. Las palabras que me salieron del corazón me quitaron un gran peso del alma, y sentí que mi espíritu empezó a volar libremente. “Seguro que sí, bro, te perdono. Dicen por ahí que cada persona tiene su límite, y yo soy igual. Así que, ante la verdad de Dios, no sólo te perdono, Ángelo, sino que también todo queda olvidado. Eso te lo juro sobre la tumba de mi madre.” Las lágrimas que le saltaron a Ángelo eran un eco de las mías. “Gracias, Pete. Por tantos años me he odiado hasta las entrañas por no haber tenido el valor de no chotear. Si pudiera revivir todo aquello, dejaría que me mataran a palos antes de entregarte. Gracias, bro, por tu perdón y por olvidarlo todo, te lo digo desde el fondo de mi corazón.” Ángelo extendió la mano, pero empezó a retirarla como si no quisiera abusar de su buena suerte. Rápidamente extendí mi derecha y le di la mano con gran sinceridad. Sentí el apretón que me dio Ángelo. Nos dimos un abrazo breve, y con una sonrisa se despidió diciendo: “Nos veremos por ahí, bro”, y se fue caminando. Tuve que pensar en las palabras que Nelín una vez había leído: “el cometer errores es humano, el perdonar es divino”. Sentí como si la alborada me alumbraba el corazón. Tomé a Nelín de la mano y sonrientes nos encaminamos hasta la próxima joyería. Por fin, el amor que llevaba por dentro estaba libre del peso del odio y del hambre de venganza que casi me había enloquecido. Jamás volví a ver a Ángelo, pues se mudó a otra ciudad. Fue con pena que varios años después supe que lo habían asesinado por una suma de dinero que le debía a unos prestamistas del hampa. Siempre estaré contento de haber perdonado a Ángelo y también a mí mismo. He aprendido que la prisión más cruel es la prisión de la mente y del espíritu. En verdad, hay una gran potencia en perdonar a otros, igual como hay potencia en perdonarse a uno mismo. Por cierto, la sabiduría está en no volver a caer en lo que originalmente nos metió en líos. ¡Punto! con amor, un hermano, Piri Thomas, autor de “Por estas calles bravas”.

¿CÓMO VENCER LA TIMIDEZ?

Mira que te mando que te esfuerces y seas valiente; no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas. - Josue 1:9

Lo que antiguamente se llamaba timidez, hoy la ciencia psicológica lo denomina “fobia social”. Hay que distinguir la timidez como una forma de ser, de las conductas específicas de miedo persistente e intenso ante situaciones sociales o actuaciones en público. La primera es un trastorno de personalidad conocido como “personalidad evitativa”, cuya característica principal es la inhibición social, el repliegue y una hipersensibilidad a la evaluación negativa. La segunda es la fobia social, un malestar de ansiedad producido como reacción a ciertas situaciones que implican contactos con la gente. Se define la fobia social cuando el comportamiento de evitación y temor interfieren marcadamente con la rutina diaria de la persona o con sus relaciones laborales y vida social.
Particularmente, el tímido teme a que los demás le vean como un individuo ansioso, débil, «loco» o tonto. Puede tener miedo de hablar en público porque cree que los demás se darán cuenta de que su voz o sus manos están temblando, o porque piensa que en cualquier momento los nervios lo pueden traicionar no pudiendo articular las palabras. Puede que evite comer, beber o escribir en público por miedo a sentirse en apuros cuando los demás comprueben como le tiemblan las manos. Son comunes las palpitaciones, temblores, sudoración, molestias gastrointestinales, diarrea, tensión muscular, enrojecimiento, confusión, en las situaciones sociales temidas. En los casos más serios, los síntomas pueden llegar a una crisis de angustia o un ataque de pánico.
De forma característica, el fóbico social evitará las situaciones temidas. También puede aparecer una acusada ansiedad mucho antes de que el individuo deba afrontar la situación social temida o la actuación en público (p. ej., preocupaciones durante varias semanas antes de asistir a un aconteci¬miento social). A veces llega a constituirse un ciclo vicioso, donde la anticipación provoca ideas de miedo, que una vez en la situación temida incrementan la ansiedad, lo que produce un rendimiento insatisfactorio, lo cual a su vez, genera más ansiedad anticipatoria para otras ocasiones y así sucesiva¬mente. De esa manera, los temores y los comportamientos de evitación interfieren marcadamente en todas las actividades, produciendo un malestar muy grande. 
La terapia para la timidez ha tenido una rápida evolución en las últimas décadas. El conocimiento de la neurobiología y de los avances de la psicofarmacología, ofrecen en la actualidad resulta-dos efectivos con la medicación antifobígena. Los fármacos que tienen mejores efectos y presentan más tolerabilidad y seguridad son los llamados ISRS (inhibidores de la recaptación de la serotonina), aunque también se pueden aplicar otros tipos de psicofármacos (antidepresivos o ansiolíticos), de acuerdo al caso. También los tratamientos psicológicos están consiguiendo logros significativos según lo demuestran los estudios de seguimiento a largo plazo. Hoy en día, la intervención clínica más efectiva es la exposición en vivo, complementada con técnicas cognitivas y con el entrenamiento en habilidades sociales. 
En forma práctica, lo que da resultado es enfrentar las situaciones temidas en forma gradual y progresiva, exponiéndose primero a los miedos más fáciles para luego encarar los más difíciles. La idea es adquirir confianza en los propios recursos, descubrir que se puede vencer con la ayuda de Dios. Es bueno aplicar instrucciones de autoayuda, como: “lo haré bien”, “conseguiré superarlo”, “puedo hacerlo”, “tengo que confiar en Dios y en mis fuerzas”. No hay que preocuparse por los fracasos, lo importante son los éxitos. Ellos son los que hay que reforzar con premios y reconocimiento. Seguramente la ansiedad se hará presente. Ella puede ser utilizada como termómetro para evaluar los avances. Descubrirá que temores que antes producían mucha ansiedad, luego de practicar superarlos, generarán menores niveles de inquietud. Es altamente gratificante observar que los miedos que antes paralizaban ahora se los puede dominar, con fuerzas y capacidades que jamás había imaginado que poseía.

 

 

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